ISSN 2773-7705
Periodo. Julio – Diciembre 2021
Vol. 5, Nro. 2, Publicado: 2021-12-31
https://revistas.itsup.edu.ec/index.php/higia
el medicamento a una amiga o amigo, lo compran en
la farmacia y lo toman. Se cree que la automedicación
es un fenómeno complicado, además desde el ámbito
sanitario manifiesta que antes de tomar medicación
se recomienda el uso de medidas no farmacológicas.
El problema es que la población, en muchas
ocasiones, no lo acepta” (3).
En un sentido amplio, la automedicación implica el
consumo de cualquier tipo de medicamento, sin
importar su origen, ya sean sintéticos, herbolario u
homeopático, pero el acto de la automedicación
abarca todo aquello que altere la prescripción
realizada por un médico, es decir, la adquisición, uso
de medicamentos de casa u otro lugar, interrupción o
prolongación de un tratamiento o el incremento y
disminución de las dosis. Desde esta perspectiva de
análisis la automedicación es un problema social
practicado por un alto porcentaje de la población cada
día, en todo el mundo y a veces incluso con la ayuda
de un profesional de la salud (1).
Desde el punto de vista nacional, el Ecuador no se
encuentra exento de la presente problemática, pues
no se tiene fácil acceso a los sistemas de salud
pública, pese a la gratuidad que ofrece el Ministerio
de Salud Pública (MSP); conjuntamente por el alto
costo que significa asistir al sector privado.
Circunstancia que ha inducido que las personas
busquen alternativas que los ayude a mejorar su
estado de salud lo más rápido posible, optando por
automedicarse; evitan acudir al médico porque para
la población implica pérdida de tiempo y dinero. Es
por esto que los profesionales de la salud deben
enfrentarse dos grandes y desafiantes aristas: La
primer arista es concientizar a los usuarios sobre la
automedicación, fomentando estilos de vida
saludable y promocionando la consulta médica
pertinente; y la segunda, demostrar todas las posibles
consecuencias que conlleva una negligencia médica,
por contar con un inadecuado manejo de tratamientos
por parte del personal médico, quien es el que puede
prescribir y dosificar los fármacos según la gravedad
de los síntomas, la edad, el peso y el horario. Si no se
cumple con estos elementos, surgen en la población
problemas de salud como: sobredosis,
intoxicaciones, enmascaramiento de enfermedades y
en el peor de los casos la muerte.
Cuando las personas se preguntan ¿qué medicina
tomar?, los analgésicos, antibióticos o
antiinflamatorios son las respuestas más comunes. En
el área de emergencias en el Hospital Metropolitano
de Quito, casi el 90% de los pacientes que llegan a la
atención de emergencia ya se han automedicado. Es
recomendable tomar un antibiótico para controlar el
dolor, pero solo en el lapso de 24 horas, hasta ser
evaluado por un médico. Aplicar calor o frío en la
zona del dolor es otra forma de calmarlo, los
botiquines deben ser usados en caso de emergencia.
Deben contener productos de primeros auxilios que
controlen el dolor hasta que llega la atención
médica. Pero no se debe usarlos como primera
opción de alivio de enfermedades, ni abusar de los
medicamentos (4).
Así, se manifiestan cuestiones con respuestas
parciales: ¿cuál es el origen de la automedicación?,
¿cuán frecuente es su práctica?, ¿quién lo realiza
asiduamente?, ¿los beneficios superan los efectos
nocivos que pueda producir?, ¿existen estrategias que
sean efectivas para evitarla? Y de esta manera
emergen preguntas ante la complejidad de este
laberinto de gran debate social.
El objetivo de la investigación es: determinar las
características y comportamientos que llevan a los
usuarios hacia la automedicación para
concientización propia de los lectores del presente
artículo.
Materiales y métodos
Se realizó un estudio no experimental de tipo
descriptivo, prospectivo, transversal, de campo y
bibliográfico puesto que permite recopilar datos,
información y documentos teóricos como son los