ISSN 2773-7705
Periodo. Enero - Junio 2025
Vol. 12, Nro. 1, Publicado 2025-06-30
https://revistas.itsup.edu.ec/index.php/Higia
El estrés académico representa uno de los
principales desencadenantes, dado que los
estudiantes enfrentan una presión
considerable derivada de las exigencias
curriculares, evaluaciones continuas, fechas
límite ajustadas y la necesidad de mantener
un rendimiento académico satisfactorio.
Esta sobrecarga cognitiva y emocional
puede impulsar la búsqueda de mecanismos
de afrontamiento inadecuados, entre los que
figura el consumo como forma de evasión
momentánea o como intento de regulación
emocional.
Paralelamente, la presión social adquiere
una dimensión en este contexto, puesto que
el periodo universitario coincide con una
etapa vital en la que la influencia del grupo
de pares es particularmente significativa y
se encuentran inmersos en un entorno donde
las normas sociales pueden normalizar o
incluso promover determinados patrones de
consumo, estableciendo dinámicas grupales
donde la participación en actividades
sociales vinculadas a estas conductas se
convierte en un estándar implícito.
Por otro lado, un 59,2% de los estudiantes
reportó haber experimentado síntomas
digestivos (acidez, náuseas, dolor
abdominal, vómitos) en los últimos seis
meses. De ellos, un 30,6% asoció
directamente la aparición de dichos
síntomas al consumo de bebidas
alcohólicas, lo cual coincide con estudios
como el de Sarasa et al., que destacan el
potencial del alcohol para irritar la mucosa
gástrica y agravar condiciones digestivas
preexistentes (6). Esto refuerza la necesidad
de considerar el consumo de alcohol como
un factor relevante en la evaluación de
trastornos digestivos funcionales en jóvenes
universitarios.
La evidencia también sugiere una relación
proporcional entre la frecuencia del
consumo y la severidad de los síntomas.
Aunque la mayoría reporta síntomas
esporádicos, un 8,16% indica sufrirlos con
alta frecuencia, lo cual representa un riesgo
creciente de afectación crónica. Este patrón
coincide con los hallazgos de Castaño-
Pérez y Calderón-Vallejo, quienes
encontraron que el aumento del consumo
problemático de alcohol impacta
negativamente tanto en la salud física como
en el rendimiento académico de los
estudiantes universitarios (4).
Desde una perspectiva teórica, la Teoría de
la Acción Razonada ayuda a explicar por
qué, a pesar de recibir formación académica
sobre los riesgos del alcohol, muchos
estudiantes subestiman sus efectos (7). Este
fenómeno es evidente en el 36,7% de los
encuestados que afirma no buscar ayuda
médica ni recurrir a estrategias de alivio
para los síntomas digestivos, lo cual sugiere
una disonancia entre el conocimiento y el
comportamiento real.
Conclusiones
Se concluyó que una parte considerable de
los estudiantes de tercer semestre de
enfermería de la UNEMI no consumía
alcohol (62.2%), mientras que, un 28.6% lo
hacía de forma regular (entre una y tres
veces por semana) y un 8.2% presentó un
consumo más elevado. La mayoría de los
estudiantes inició este hábito en la
adolescencia tardía, siendo la decisión
propia (35.7%) y la influencia social los
principales motivos para comenzar a
consumir alcohol.
A pesar de que el 59.2% de los encuestados
reportó haber experimentado síntomas
digestivos durante los últimos seis meses,
no se identificó una relación directa entre el
consumo de alcohol y la aparición de dichos
síntomas. Esto sugiere la influencia de otros
factores, como el estrés académico,
particularmente durante períodos de alta
exigencia como exámenes finales o
entregas de proyectos importantes, puede
desencadenar respuestas neuroendocrinas
que alteran la motilidad intestinal y la
secreción de ácidos gástricos,
manifestándose como molestias
abdominales recurrentes o irregularidades
en el tránsito intestinal.
Estos resultados permiten resaltar la
importancia de continuar promoviendo la
educación en salud dentro del entorno